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No es país ni para viejos ni para niños de guerra

  • Lluís López, Sergio Serrano y Abel Rivera
  • 26 abr 2022
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 11 may 2022

Manuel Castro Menéndez: "Los rusos nos acogieron muy bien"


Entrevista a Manuel Castro en el Castillo de Alaquàs


Más de 3.000 niños y niñas españoles tuvieron que verse obligados a abandonar el país para asegurar su supervivencia. Muchos porque no podían ser protegidos por sus padres, otros porque la hambruna de la guerra habría acabado con ellos. Hoy conocemos la historia de uno de esos niños, que junto con sus cuatro hermanos pusieron rumbo a la antigua Unión Soviética embarcados en un barco de carga repleto de infantes. Una vida alejada de las costumbres españolas, de la Guerra Civil española, y de una postguerra marcada por el régimen franquista.

Manuel, tú fuiste uno de los niños que emigraron a Rusia durante la Guerra Civil, ¿Cómo se produjo la decisión de enviarte a ti y a tus hermanos fuera de casa? ¿Qué recuerdas de la salida en el barco?

Mi padre estaba en el frente y nos llevó a una casa de niños. Cuando se enteró de que había un barco que se marchaba hacia Rusia vino y nos recogió a todos. Nos metió en el barco de carga y nosotros los niños íbamos en las bodegas, todos amontonados. No tenía ni váter, si teníamos que hacer de vientre te cogías a unas cuerdas para sujetarte y tenías que hacerlo en el mar.

¿Cómo fue el primer recibimiento al llegar en el barco de carga a Rusia?

A nosotros nos recogió un barco ruso. Allí comíamos de todo. Ese barco nos llevó a San Petersburgo, nos recibieron muy bien. Pasabas por el medio y la gente te aplaudía, nos tiraban juguetes… La verdad que nos acogieron muy bien.

¿Cómo era el trato de los rusos hacia vosotros en el día a día?

Me acuerdo de cuando queríamos coger el tranvía. Cuando lo parábamos los propios rusos se bajaron para que pudiésemos subir nosotros, los “niños de la guerra”. Bajaban todos y nos metíamos nosotros. Si llegábamos al cine y ya había empezado la película, encendían las luces, pasábamos, nos sentábamos en primera fila y nos aplaudían. Lo pasábamos de maravilla.

¿Cómo recuerda el estilo de vida de los rusos y rusas de aquel entonces?

No sé cómo aguantó tanto la Unión Soviética. La gente que vivía allí no vio nada. Rusia decía que era un país comunista, pero allí no había comunismo ni había nada. Solo vivían ellos.


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"Los niños de la guerra" en una de sus clases de gimnasia en Rusia. Fuente: Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.

¿Qué sucede cuando estalla la Segunda Guerra Mundial y las tropas alemanas avanzan hacia Leningrado?

Cuando empezó la guerra a muchos nos trasladaron desde San Petersburgo a Siberia. Estábamos a -30ºC. Hacía mucho frío y además había hambre porque no había nada para comer. Pero hay que decir que el pueblo ruso se portó muy bien con nosotros. En la guerra nos mandó a Siberia, pero cuando acabó la guerra nos trajo de vuelta a Moscú. Los malos eran los dirigentes, pero el pueblo ruso era muy noble.

¿A qué se dedicaba usted allí?

Yo trabajaba en control de calidad. Después hice también motores de oxígeno para los aviones. Allí lo que hacías era trabajar e ir al bar, a beber vodka.

¿Cómo fue la vuelta a España?

Llegamos a Castellón y nos hicieron fotos por todas partes. Cuando yo vine no hablaba con nadie, ¡ja ja! De lo único que se hablaba era de fútbol o toros y yo no tengo ni idea de eso. Cuando llegué a Gijón me puse a trabajar en una fábrica de motos. Lo que pasó es que cuando teníamos que ir a trabajar teníamos que ir a la Policía a decirlo. Cuando quise venir a trabajar a Valencia tuve que ir a las autoridades de Gijón a decirlo.

¿A qué se debió tu vuelta y la de tus compañeros? ¿Por qué en esas fechas?

Si no llega a ser por la muerte de Stalin nosotros todavía estamos en Rusia. Él no quería dejarnos salir de Rusia mientras estuviera Franco aquí. Por eso no quería que viniésemos.

Allí en Rusia conociste a la que hoy en día es tu mujer, ¿Qué pasó cuando volvisteis a España?

Primero vine yo a España, ella todavía estaba en Rusia. Ella vino después y nos casamos. Al principio el cura no quería casarnos porque no nos sabíamos el padre nuestro. Yo no tenía ni idea de lo que era eso.

¿Qué le recomendaría usted a los jóvenes?

A la juventud yo le recomiendo que lea mucho, que leyendo se va muy lejos.

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