Una historia para contar: Manuel en el país de los soviets
- Abel Rivera
- 25 abr 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 26 abr 2022
La Guerra Civil Española tuvo numerosas consecuencias antes, durante y después de su estallido. El resto del siglo XX estaría marcado por los estragos que causó en el país. Una de estas consecuencias fue lo que históricamente se conoce como “Los niños de Rusia”. Y es que más de 3.000 niños españoles de entre 3 y 14 años fueron enviados a la por aquel entonces llamada Unión Soviética para protegerlos de la guerra. Manuel Castro Menéndez, un vecino de Alaquàs, en Valencia, tiene 94 años y fue uno de esos niños.
Manuel se despierta todas las mañanas a las 7 de la mañana, se da una ducha fría y sale a pasear por las calles de Alaquàs antes de tomarse su café en el bar que hay en frente de su casa. En sus ojos se puede ver la vida de un hombre que ha vivido dos de las guerras más importantes y devastadoras del último siglo. En el año 1937, con tan solo 8 años, abandonó España a causa de la Guerra Civil Española. Su padre, un militar del bando republicano, lo mandó a él y a sus 4 hermanos a Rusia en un barco. Vivió, se educó, trabajó y se enamoró de su mujer en San Petersburgo, la antigua Leningrado, durante 20 años.
Allí, en aquel extraño y lejano lugar que solía llamarse la Unión Soviética, conoció un pueblo noble y trabajador que desde el primer momento le ofreció su hospitalidad y le hizo sentir como uno más. Un pueblo que estaba sumido en un régimen comunista y que pasó por situaciones de hambre y miseria hasta que finalizó la dictadura con la muerte de Stalin en 1953. Durante ese tiempo, Manuel finalizó sus estudios y trabajó repoblando tierras vírgenes. A pesar de que su educación fue implantada en su lengua materna y por políticos españoles, su afinidad con el pueblo ruso le permitió hacer muchas amistades que le durarían el resto de su vida.

Su llegada a España en 1957 no fue fácil. Manuel pasó de vivir en un país que había salido de una guerra y de una dictadura para ir a otro que hasta 1975 se encontraba en la misma situación. Comenzó a trabajar en Valencia en una empresa de motores y su función era el control de calidad. Su mujer, a la que conoció en Rusia, volvió con él siendo practicante y con estudios de medicina. Adaptarse a la cultura española tampoco fue fácil para ellos. A la hora de casarse tuvieron problemáticas puesto que no tenían nociones sobre la religión cristiana y todos sus amigos hablaban de fútbol y de toros. Algo que en Rusia no era nada común.
Ahora tiene una familia, disfruta de su jubilación y es conocido y querido por todo su pueblo. Le gusta pasar tiempo con su esposa e ir a la biblioteca y sentarse a leer un libro cada semana. Le apasiona seguir aprendiendo a pesar de todo lo que ha vivido. Y es que su vida ha tenido una vida llena de aventuras con anécdotas que darían para escribir varios libros. Recuerda cada día de su vida su estancia en Rusia, que para él es su segundo hogar. Por eso mismo demuestra su descontento con la situación de conflicto que se está viviendo en Ucrania. Ve las noticias todos los días y se ve reflejado con los miles de niños ucranianos que tienen que abandonar su país a causa de la guerra. Y es que parece que la historia se repite y el ser humano comete los mismos errores una y otra vez. Esta historia está dedicada a todos aquellos niños que, a causa de la guerra, se han visto obligados a abandonar su hogar y a sus familias.
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