Efectos secundarios
- Pau Barrachina
- 7 mar 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 17 abr 2022
La pandemia dejó secuelas evidentes en muchos de los que se vieron afectados por el Covid. La pandemia, trajo consigo cambios evidentes en prácticamente todos los ámbitos de nuestras vidas. Y también trajo efectos secundarios. Efectos secundarios de carácter emocional que padecieron incluso aquellos que no tuvieron contacto estrecho con la enfermedad.
Uno de los colectivos más afectados fueron aquellas personas a las que les tocó vivir una pandemia mundial en una tesitura de pura incertidumbre siendo una de las víctimas favoritas de un mortal y desconocido virus. Sí, fueron las personas mayores, las personas de la tercera edad las más afectadas a nivel sanitario, pero también a nivel emocional. Gloria Archelós, psicóloga, afirma que fue uno de los grupos de personas más vulnerables y más afectados, por no decir que el que más.

¿Cómo se afrontaba el día a día pensando que una mera vuelta a la manzana podía acabar en una hospitalización grave? La pandemia supuso un revés para este colectivo. Juan Pasqual, de 74 años cuenta: “Era pura ansiedad. No sabías realmente como te podías contagiar del virus. Volvías a casa y rezabas por no estar contagiado”.
La tristeza y la soledad eran algo común en la vida las personas mayores, comenta la psicóloga. Además, añade que se estableció una estrecha relación entre el distanciamiento social, (es decir, el no ver a los seres queridos) y la salud mental de estas personas mayores.
Mari Carmen, de 72 años cuenta que lo más duro sin duda fue dejar de ver a sus nietos: “Pasábamos mucho tiempo juntos antes de la pandemia. Fue un golpe muy duro pasar de verlos todos los días a no verlos casi en dos años”. Y es que como confirma Archelós, uno de los mayores problemas que tuvo la tercera edad fue sentirse solo. La psicóloga explica lo que puede provocar este sentimiento de soledad: “Miedo, estrés, nerviosismo… Todo esto provoca a nivel mental una liberación excesiva de cortisol en las personas. El cortisol en exceso puede provocar un debilitamiento del sistema inmune, provocando en el peor de los casos, depresión”.
“Menos mal que existe la tecnología”, comenta Juan Pasqual. “Podíamos saber más o menos como estaban nuestros seres queridos, pero claro, no era lo mismo”. Mari Carmen, coincide con la opinión y piensa que gracias a los teléfonos móviles la situación se hizo más llevadera.
Y es que la situación emocional fue dura en todos los aspectos y no cabe infravalorarla. Archelós menciona la gravedad del espectro emocional en mayores durante la pandemia y asegura que las secuelas fueron equiparables al estrés postraumático: “Las consecuencias fueron nefastas, se vio incluso un deterioro cognitivo precoz en algunos casos”.
El revés fue mayúsculo para todos los que coincidían mínimamente con el virus, y todos y cada uno de nosotros nos vimos envueltos en una especie de realidad líquida que cambiaba momento a momento. Consecuencias sanitarias, consecuencias económicas, pero el apartado emocional pasaba desapercibido en ocasiones, y mucho más en personas de la tercera edad. Tras dos años de pandemia y de convivencia con el virus queda claro que es ineficaz infravalorar los otros efectos secundarios, los emocionales, los afectivos.

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